
En Veracruz dos jóvenes identificados como Baruch Grajeda García y Francisco Javier Vargas, desaparecieron luego de ser levantados de su domicilio en el 2016. Como consecuencia la Procuraduría General de Justicia de aquella entidad abrió una carpeta de investigación para dar con el paradero de los dos varones.
Fue hasta el 2017 cuando se informó a las familias que habían hallado los restos de los muchachos en un cementerio clandestino en Arbolillo, Alvarado. Lugar en el que presuntamente son enterradas las personas asesinadas por el crimen organizado.
Sin embargo, cuatro años después el padre de una de las víctimas en una rueda de prensa informó que hubo algunas irregularidades en las investigaciones, así como omisiones y desapariciones de evidencias. Las cuales estuvieron a cargo del entonces fiscal Jorge Winckler Ortiz.
Así mismo el señor afirmó que no todos los restos que le fueron entregados pertenecían a su hijo, como consecuencia pidió a las autoridades que asumieran la responsabilidad de tal acto.
“Los cráneos que nos dieron sí pertenecen a mi hijo y a mi sobrino, pero los esqueletos no. Se nos hace algo aberrante y monstruoso”, explicó
A pesar que las autoridades sabían de la situación, no les importó y les entregaron los restos. Es por ello que la familia exige que los funcionarios se hagan responsables del hecho y reciban una sanción.
Fuente: Plumas Atómicas