Por Leonardo Soto Montaño
El Palacio de San Lázaro se convirtió en escenario de una polémica abierta durante la conmemoración del Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, cuando el diputado Cuauhtémoc Blanco, exgobernador de Morelos y figura controvertida del fútbol, respondió con un beso lanzado a distancia a su colega Martha Aracely Cruz, quien lo había instado a abandonar el pleno por ser un «violentador». El gesto, captado en video y viralizado en redes sociales, desató un torbellino de críticas por parte de activistas feministas y legisladoras, en un momento en que México registra un feminicidio cada tres horas, según datos del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública.
Los hechos se precipitaron durante una sesión ordinaria de la Cámara de Diputados, donde la efeméride del 25N cobraba protagonismo con intervenciones sobre prevención de la violencia de género. La diputada del Partido del Trabajo (PT), Martha Aracely Cruz, no escatimó palabras al confrontar directamente a Blanco: «Cuauhtémoc, salte del Pleno, es 25N y eres un violentador y no puedes estar aquí, ya vamos a empezar con la efeméride». Ante el reclamo público, el legislador de Morena se retiró hacia una esquina del hemiciclo, pero antes de hacerlo, se llevó la mano a la boca y le envió un beso provocador a la distancia, un acto que Cruz interpretó como un intento de silenciarla. «A mí eso se me hace violento porque me quiere callar con eso y lo que hice fue decirle ‘sácate, lejos'», relató la diputada en entrevista posterior, añadiendo: «Lo que más me insulta es que muchas mujeres van a salir a defenderlo y a mí me van a dejar sola como me han dejado sola todo este tiempo».
Blanco, de 52 años y conocido por su temperamento explosivo tanto en la cancha como en la política, no emitió declaraciones inmediatas sobre el incidente. Sin embargo, su historial de acusaciones por violencia de género lo posiciona en el ojo del huracán. El más grave data de diciembre de 2023, cuando su media hermana, Nidia Fabiola Blanco, presentó una denuncia ante la Fiscalía General del Estado de Morelos por presunto intento de agresión sexual en la residencia oficial de Cuernavaca. La querella detallaba un episodio en el que, según la denunciante, Blanco la habría acosado bajo los efectos del alcohol, en presencia de testigos. La fiscalía morelense solicitó en enero de 2024 el desafuero del entonces gobernador para procesarlo, pero la Cámara de Diputados con votos mayoritarios de Morena y sus aliados rechazó la petición en marzo de ese año, argumentando que la carpeta de investigación estaba «mal integrada» o carecía de elementos suficientes. Este blindaje legislativo generó protestas masivas en Morelos y críticas de organizaciones como Amnesty International, que lo catalogaron como un ejemplo de impunidad en casos de violencia machista.
El contexto no ayuda a Blanco: en los últimos meses, ha enfrentado denuncias adicionales por presuntas agresiones a excolaboradoras en el gobierno estatal, incluyendo acoso laboral y amenazas, según reportes de la Comisión Estatal de Derechos Humanos de Morelos. Su transición al Congreso federal, tras dejar la gubernatura en 2024, no ha apaciguado las aguas; al contrario, ha avivado debates sobre la representación de figuras controvertidas en espacios legislativos. Analistas como la socióloga feminista Marcela Lagarde, en un tuit reciente, vincularon el incidente a un patrón cultural: «El beso de Blanco no es un gesto inocente; es la normalización de la violencia simbólica que perpetúa el machismo en instituciones que deberían erradicarlo».
La presidenta Claudia Sheinbaum, en su conferencia matutina de este miércoles, evitó referencias directas al caso pero reiteró el compromiso gubernamental con la Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia, impulsando reformas para agilizar desafueros en casos de género. Por su parte, la presidenta de la Cámara de Diputados, Alejandra Tacuba (Morena), anunció una revisión interna de protocolos de conducta en el pleno, aunque no se pronunció sobre sanciones específicas contra Blanco. Cruz, respaldada por fracciones como el PAN y Movimiento Ciudadano, exigió una disculpa pública y la reapertura de investigaciones pendientes, advirtiendo que el silencio institucional equivale a complicidad.
Este episodio llega en un año marcado por retrocesos en la agenda feminista: el rechazo al desafuero de Blanco se suma a la negación de la Suprema Corte de Justicia de la Nación en septiembre de 2025 a extraditar a un exdiputado acusado de feminicidio, y a la dilación de presupuestos para refugios de mujeres en 14 estados. Organizaciones como el Observatorio Ciudadano Nacional del Feminicidio estiman que, sin reformas urgentes, México podría superar los 10 mil feminicidios anuales para 2030. Mientras el video del beso circula como símbolo de resistencia y rabia, el Congreso se prepara para una sesión extraordinaria sobre violencia de género, donde la presencia o ausencia de Blanco podría ser el termómetro de un cambio real. En San Lázaro, el beso no fue solo un gesto; fue un recordatorio de que la lucha por la igualdad aún enfrenta resistencias cotidianas.
