
Dependencia energética crítica
México depende en un 74 por ciento del gas importado desde Estados Unidos
Aunque el gobierno federal busca aumentar la producción nacional, la brecha energética sigue marcada; Sener también negocia con distribuidores de gas LP.
Redacción Dinámico Informativo
México mantiene una fuerte relación económica y se ha vuelto dependiente de Estados Unidos al convertirse en su principal comprador de gas natural. Las importaciones superan los 6 mil millones de pies cúbicos diarios, una cantidad que duplica lo que adquiere Canadá, el segundo mayor cliente. Este volumen coloca al país en una posición vulnerable, pues casi tres cuartas partes de la demanda nacional se cubren con gas proveniente del extranjero.
Los datos de la Administración de Información Energética de Estados Unidos revelan que hasta abril de este año, México recibió el 26 punto tres por ciento de las exportaciones de gas natural de ese país. Aunque la proporción representa una ligera caída frente al 28 punto siete por ciento registrado en el mismo periodo del año pasado, el volumen importado continúa siendo decisivo para el abasto nacional.
En dos mil 24, el gas proveniente de Estados Unidos representó el 74 punto seis por ciento de la demanda interna, según cifras del Sistema de Información Energética de la Secretaría de Energía (Sener).
Para disminuir esa dependencia, la actual administración se trazó como meta producir este año 4 mil 163 millones de pies cúbicos diarios, aunque el reto sigue siendo enorme frente a la magnitud de las importaciones.
De manera paralela, la Sener mantiene mesas de diálogo con los distribuidores de gas LP. El objetivo es definir un precio base que dé estabilidad al mercado, aunque aún no existe un acuerdo definitivo. La Asociación Mexicana de Distribuidores de Gas LP (Amexgas) adelantó que se estableció un margen comercial de 6 punto cincuenta pesos por kilo y 3 punto cincuenta y un pesos por litro, sin que se haya formalizado todavía.
Entre la dependencia energética y las negociaciones internas, México encara un doble desafío: reducir su vulnerabilidad frente al gas estadounidense y, al mismo tiempo, ordenar un mercado de gas LP que sigue buscando equilibrio.