
Por: Maritza Romero Mares
Las adversidades son el detonante donde los seres humanos logran encontrar soluciones que escaparían en situaciones normales, momentos de atención plena que permiten observar detenidamente los fenómenos y que requieren que la experiencia sea la base para llegar a tomas de decisiones acertadas y convenientes.
A casi dos años del confinamiento, los docentes encontraron la forma de romper los retos de la educación a distancia, muchos encontraron la forma de compartir el conocimiento y generar aprendizajes a través de los elementos que había en casa. No ha sido fácil y aunque para muchas personas no hubo metas cumplidas ya que se dedicaron a producir las más férreas críticas, por supuesto sin ser docentes (sólo meros espectadores). La realidad es que no se pararon las clases.
Esta vez no sólo con la voz de alumnos y maestros, también “el panadero con el pan”, el agua, la corneta de las tortillas, el camión del gas, de la basura y por supuesto la camioneta de los helados; se hicieron más esfuerzos, pero también se aprendió a disfrutar el acoplamiento de los niños y jóvenes que no se pararon, que no faltaron. Día a día las experiencias aumentaban nuestra no definida resiliencia y a muchos los transformó en seres de acción virtual.
Evidentemente son muchas las experiencias por contar y en el entramado del blanco al negro más obscuro, seguimos en casa, aprendiendo que la salud no sólo es comer bien. Sino estar bien, hacia adentro, en la paz de nuestras vidas y mentes, adultos y niños de la misma manera. Pero de entre las enseñanzas que de intensión federal están señaladas la que hoy se hace más importante es la emocional. Justo en el punto en el que casi volvemos a las aulas, debemos esperar que ahora, ante tanto silencio y falta de convivencia los procesos de socialización, el re-acoplamiento a levantarse temprano y volver a estar en el aula; recuperar los horarios de comida y la atención, serán decisivos: es ahora nuevamente que se espera que antes que los contenidos informativos que, por supuesto son fundamentales, lleguemos en la actitud de ayudar a un nuevo paso de transformación.
Todos los alumnos, todos… de cualquier nivel, de cualquier área deberán ser atendidos de una forma cordial, en un ambiente sanitizado y con nuevas normas y si recordamos que el aprendizaje se da precisamente en la zona más próxima de desarrollo, es tiempo de hablar de COVID, de sus vivencias y desgraciadamente de la muerte.
Seamos parte integral del regreso a clase, preparemos el nuevo encuentro con una vida que no fue fácil y que van a compartir con sus compañeros, así que al final; aunque no lo hayan vivido, las historias serán de todos y para todos. Escuchemos, atendamos en silencio sus palabras y sus dudas, dejemos que la expresión nos permita unirlos de nuevo a esta nuestra nueva realidad.
Escuchar será la estrategia que padres, familiares y maestros podemos usar para dejar que la asimilación se pueda guiar por la conversación de historias, asumir que esta parte de sus vidas ha sido percibida desde muchas aristas. Cuando hablamos exponemos nuestra interacción del mundo, el significado de los actos y manifestamos el sentido que le hemos dado a los sucesos.