
Los viajeros que transitan diariamente entre Pachuca y la Ciudad de México enfrentan un golpe al bolsillo con el incremento de hasta el 20% en las tarifas de autobuses foráneos, una medida impulsada por las concesionarias ante el encarecimiento del diésel y los peajes federales.
Leonardo Soto Montaño
El ajuste, que eleva el costo de un boleto sencillo de 120 a 144 pesos en promedio, afecta a miles de commuters en la Autopista México-Pachuca y genera protestas entre usuarios que lo ven como una carga innecesaria en un contexto de inflación galopante.
El anuncio se concretó este fin de semana, cuando la Unión de Transportistas de Pasajeros de Hidalgo (UTPAH), representada por su líder José Luis García, notificó el alza a la Secretaría de Movilidad estatal y a la Agencia Reguladora del Transporte Terrestre (ARTT). «El diésel ha subido 15% en el último trimestre, y los peajes en casetas como Zempoala y Tulancingo representan el 30% de nuestros gastos operativos; sin este ajuste, muchas rutas serían inviables», justificó García en una rueda de prensa improvisada en la Central de Autobuses de Pachuca. La tarifa base, que se mantenía congelada desde el Clausura 2024, ahora oscila entre 130 y 160 pesos por trayecto, dependiendo del horario y el tipo de servicio económico o ejecutivo, impactando especialmente a estudiantes y obreros que dependen de esta vía para sus desplazamientos laborales.
La ruta Pachuca-CDMX, con un flujo diario de más de 50 mil pasajeros según datos de la ARTT, es un pulmón económico para Hidalgo: conecta el Valle del Mezquital con el centro financiero del país, facilitando el trasiego de mano de obra en industrias como la automotriz en Ixmiquilpan y el nearshoring en Querétaro. Sin embargo, el incremento llega en un momento delicado: el Índice Nacional de Precios al Consumidor (INPC) reportó una inflación anual del 4.8% en noviembre, con el transporte público como uno de los rubros más presionados, per el Banco de México. Usuarios como María Elena Torres, una vendedora de 45 años que viaja tres veces por semana, expresaron su frustración en entrevistas callejeras: «Ya pagamos lo justo; con el salario mínimo en 8 mil 300 pesos, esto es un lujo. ¿Y el gobierno no subsidia?».
Este no es un caso aislado en el transporte interurbano: en octubre, las líneas de Querétaro y el Estado de México elevaron tarifas en un 12% por similares motivos, mientras en Veracruz, protestas campesinas por bloqueos han encarecido rutas costeras. La UTPAH, que agrupa a 15 concesionarias con flota de 200 unidades, argumenta que el ajuste se basa en la fórmula de la Ley Federal de Competencia Económica, que permite incrementos anuales por inflación más variables de combustible. No obstante, la Secretaría de Infraestructura, Comunicaciones y Transportes (SICT) federal, bajo Jorge Mendoza, anunció una auditoría para verificar si los sobrecostos se trasladen íntegramente a pasajeros o si hay márgenes de ganancia ocultos. «Monitoreamos para evitar abusos; si se detectan irregularidades, intervendremos con sanciones», advirtió un portavoz de la dependencia en un comunicado matutino.
En Hidalgo, donde el 25% de la población activa commuta a la CDMX según el INEGI, esta medida podría agravar la brecha de movilidad: el transporte público representa el 60% de los viajes diarios en la zona metropolitana, pero solo el 40% de las unidades cumple con estándares ecológicos, lo que suma presiones por multas ambientales. Analistas del Instituto Hidalguense de Competitividad estiman que, sin subsidios focalizados, el alza podría reducir el uso de autobuses en un 10%, impulsando el tráfico vehicular y emisiones de CO2 en una autopista ya saturada con 120 mil cruces diarios. Alternativas como el Mexibús o trenes interurbanos, prometidos en el Plan Hidalgo 2030, tardan en materializarse, dejando a los usuarios en un limbo de costos crecientes.
Hasta el cierre de esta edición, la UTPAH mantiene el ajuste vigente, pero anuncia descuentos para adultos mayores y discapacitados un 50% en tarifas reducidas. La pelota está ahora en la cancha de la ARTT, que podría convocar a mesas de diálogo la próxima semana. En Pachuca, donde el amanecer trae niebla y prisas, este tarifazo no es solo un recibo más; es un recordatorio de cómo los vaivenes del combustible y las carreteras federales pesan en los hombros de quienes construyen la capital con su esfuerzo diario. Mientras el diésel sube, la paciencia de los hidalguenses se agota.
