
Por: Maritza Romero Mares
En estas semanas, se cierra uno de los capítulos más intensos del sistema educativo de los últimos años. Cada uno de los que formamos parte de las acciones que esta contingencia ha traído para nosotros, sentimos de la misma manera la preocupación por las resoluciones que hemos tomado.
Y es que las diferentes plataformas que hemos usado no eran parte de nuestra vida; para muchos ha sido la aventura que se disfruta por el hecho se der algo nuevo y por ende desconocido. Pero afrontamos el reto.
Para otros el desgaste emocional y el estrés de las acciones que nuestras instituciones educativas nos han solicitado, ha sido una cara de trabajo diaria. Pues estar al frente, sin ser vistos requirió una nueva elaboración de materiales de apoyo y una recuperación de lo que conocemos en el campo de la didáctica; hemos reinventado nuestros discursos y la forma en que la comprensión de algunos temas debe reiterarse y retroalimentarse.
Hemos dormido tarde, despertado temprano y junto con nuestros alumnos hemos avanzado.
No ha sido fácil, para ninguno de nosotros pero estamos cerrando ciclos y estamos renovados, queramos o no: ya no somos los mismos.
Tendremos un tiempo para reflexionar sobre nuestras prácticas. Para seguirnos adecuando a los tiempos que han de venir, porque el nuevo ciclo alternado será también un reto que pasaremos.
Gracias a todos los maestros que con su labor y esfuerzo han estado al pie del cañón, al os que hemos visto un sin fin de criticas y juicios sin valorar que no hemos parado. No sólo por ser nuestro trabajo. Sino porque estamos conscientes del valor que tiene nuestra labor.